El milagro de Al-Balad (البلد)

Jordi de Niro
5 min readFeb 12, 2025

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El sol ha salido pasados dos minutos de las 7 de la madrugada a orillas del Mar Rojo. Me encuentro en un hotel en el distrito de Al-Hamra (que significa algo así como “la fortaleza roja”) y cuyo nombre guarda una estrecha relación con el origen del término Alhambra. La situación es inmejorable: este pequeño barrio de Yeda/Yidda/Jeddah (جِدَّة‎, que significa “la abuela”) se encuentra al lado del mar con un paseo y grandes explanadas de césped donde familias suelen hacer picnics o simplemente van a tumbarse y tomar el sol. Cinco meses al año, claro. Hoy es domingo, no es fin de semana en esta parte del mundo. Es lunes y el ambiente es muy tranquilo. La temperatura máxima de hoy son 28 grados y la mínima de 22. Humedad: 90%. Esto en enero, no quiero imaginar en agosto.

Los alrededores de mi hotel son pequeños edificios de no más de cuatro plantas. En general, toda la zona cubre edificios del mismo estilo. Aquí no hay rascacielos ni grandes obras arquitectónicas. Es una zona muy tranquila.

Salgo con mi chaqueta en una pequeña mochila. No suelo llevar nunca pero la crema solar, las gafas de sol y mi cárdigan necesitan cobijo. Una de las principales maldiciones de los sitios con calor húmedo durante todo el año, es el descontrol en el manejo del aire acondicionado en interiores. Uno pasa del bochorno al polo norte. Solución: jersey o chaquetita. Crema solar también, sí, porque en unas cuantas horas el sol quemará como nunca.

Paseo durante un rato por el Middle Corniche Park. Para entrar en él, hay que cruzar, sin pasos de peatones por supuesto, el bulevar Al-Kurnaysh, con un incesante tráfico de coches. Me llama la atención el nombre, pero he averiguado que el paseo marítimo, conocido como Jeddah Corniche o Jeddah Waterfront, es tan descomunalmente grande que éste se divide por tramos y parques varios. Ahora estamos en el tramo medio. Bien.

Esta parte del paseo es tranquila. Se observan muchas parejas y familias con niños desde primera hora de la mañana. El sol calienta pero no es molesto. No es la zona más bonita del Mar Rojo en Yeda, pero la brisa es constante y el paseo muy agradable. Eso sí, hasta que deciden que ya no lo es. Hacia un lado (Al-Ruwais, que significa “pequeño encabezado”, al sur de la ciudad) hay obras que no permiten continuar al peatón. Hacia el otro (dirección Al-Andalus, creo que no hace falta que especifique este significado), una mega autopista en medio de la ciudad. Teóricamente se puede andar por ella, aunque yo no lo aconsejo. Esto es típico de estas metrópolis, con numerosas partes aún en desarrollo, y con cierta hostilidad hacia el peatón. Pero bueno, el Middle Corniche Park ha cumplido y ahí sí que no hay ningún pero.

Este parque, improvisación de primera hora y con paseo sucedido por un café y una galleta de chocolate (lo primero que he encontrado, Triple Shot se llama el sitio, en la calle Palestina, que por cierto en árabe es falastin, porque la letra p no existe) ha sido solo el aperitivo de la jornada. Salgo del local de café y me meto en el bulevar Al-Kurnaysh (que significa “la cornisa”), ahí pido un Careem (el Uber de aquí) para que me lleve al destino de esta mañana: Al-Balad, distrito histórico de la ciudad de Yeda. Andando, hora y media, en taxi, ocho minutos.

Llego a Al-Balad sobre las nueve de la mañana. Estaba medio nublado hace un rato y había una especie de calima, ahora el cielo está completamente azul y hace un día espectacular. Mi capitán (como llaman así a los conductores de Careem) me deja en Al-Zahab y me meto rápidamente por Souq Al-Alawi (el mercado Alawi), una de las calles de entrada al distrito histórico.

Lo primero que ven mis ojos es la casa-museo Nasif, un ejemplo de arquitectura otomana de finales del siglo XIX en la calle principal de la ciudad antigua. Construida por el gobernador de Yeda por aquel entonces, Omar Nasif Efendi, fue reconvertida en museo hace tan solo 16 años.

El edificio posee elementos artísticos originalmente creados por turcos otomanos. El primer piso no está al nivel del suelo, pues una cisterna justo debajo provocó esta alteración. La fachada principal, que da a una especie de plaza con un mástil y un cañón de finales del siglo XIX, posee dos grandes ventanas que se asemejan más al estilo que predomina en Al-Balad: Roshan, que se caracteriza por balcones de distintos colores que sobresalen del edificio.

El estilo arquitectónico de Al-Balad es único en el mundo. Se dice que, allá por el año 650 d.C., durante el califato rashidun, Yeda comenzó a cobrar importancia como puerto de entrada a través del Mar Rojo. No por la ciudad en sí, sino porque era la puerta hacia La Meca, la ciudad más sagrada del Islam, y hacia Medina, donde está el segundo sitio más importante para los musulmanes: la Mezquita del Profeta. Por aquel entonces, y debido al intenso calor, sus habitantes comenzaron a construir muchos edificios, de forma rápida y muy juntos, para evitar que los rayos de sol se colaran por las zonas habitadas. Muchos años después, estos edificios sufrirían grandes transformaciones, siendo una de ellas las fachadas, ventanas o balcones de madera que sobresalen y en cuyos tonos predominan el verde, el marrón o el cian.

La arquitectura en la que se enmarca el estilo Roshan se denomina Al-Rawashin, fruto de la mezcla de las culturas árabe, otomana y persa. Roshan proviene de la palabra persa Rosen, que significa balcón, y que con el tiempo evolucionó a Rawashin. Esta forma de construir procede originalmente de la región histórica de Hiyaz, al oeste de la península arábiga, y su arquitectura vernácula. Entre sus distintas formas existen el estilo al-Masmat, donde la fachada sobresale ligeramente de los edificios en forma de marcos rectangulares y ventanas arqueadas; o el estilo al-Bariz, donde predominan los patrones geométricos y las decoraciones. Este suele ser visible a la entrada de las casas y se construye siempre de forma vertical, formando hileras idénticas de fachadas ornamentadas. La diferencia con el estilo Roshan es que este último introduce la figura del balcón en los edificios: en este caso, unidades independientes de sus interiores sobresalen como una proyección extendida de la fachada del edificio.

El patrón en todos los edificios de Al-Balad es el mismo: construcciones de colores claros decoradas con fachadas de madera marrones, verdes y azules. Muchos están en construcción, otros completamente destruídos, pero son otros muchos los que se dejan ver. Camino por varias de sus calles y admiro este escenario único, declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2014.

Por cierto, la traducción de Al-Balad es algo así como el pueblo.

Ejemplo de Roshan en el distrito histórico de Yeda.

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