Berkembar

Jordi de Niro
3 min readFeb 3, 2023

--

Aún recuerdo cuando le mandaba a mi padre imprimir fotos de rascacielos y lugares famosos que ansiaba conocer. A veces era la Casa Blanca o el Capitolio, otras el Empire State y muy a menudo la ópera de Sídney. Era obsesivo. No quería ser arquitecto, ni nada parecido, simplemente me gustaban todo tipo de estructuras. En casa teníamos unos tapetes magnéticos donde De Niro junior pegaba las fotos y luego recortaba, con todas las imperfecciones de un chiquito de 7 años, aquellas que había descubierto a través de películas en VHS y enciclopedias. Sí, porque aunque parezca mentira, aún me tocó buscar cosas en enciclopedias, usar WordArt para mis trabajos o asumir que no había Internet en el ordenador de casa (con su pantalla de tubo de rayos catódicos) cuando alguien llamaba.

Me dicen que hay una ola de frío en España. Tengo que creérmelo porque tengo el reloj dual junto con la temperatura en mi smartphone, pero la verdad es que me cuesta. Os cuento un poco: hoy es 25 de enero de 2023 y la sensación térmica es de 37 grados. Hace un rato estaba sobrevolando el estrecho de Malaca, ahora ya me encuentro en la ciudad. No llueve, por lo menos, y la bolita azul de Google Maps dice que estoy a más de 10 000 km de casa. Es la primera vez que mis ojos contemplan aquello que solo era posible a través de una pantalla o cuando me enfrascaba en mis libros favoritos unos cuantos años atrás. He tenido un estendalazo, como se dice ahora. La verdad es que es muy impresionante. Las fotos parecen de mentira. Es una especie de cuadro, algo irreal. De aquellas veces en las que una instantánea no refleja la inmensidad de lo que se representa. Es mastodóntico. Es apabullante. Es irreal. Es brutal.

Probablemente han pasado más de 20 años desde que fui partícipe de su existencia, y nada me aseguraba que pudiera verlas. Pero ahí están. Aquí estoy. Pasan unos minutos de las 12 del mediodía y acabo de ver por primera vez las Torres Petronas, coetáneas en su momento de las destruídas Torres Gemelas. Ya no son un imán casero de un niño ignorante de un pueblo a 20 minutos de Barcelona. Ahora son reales.

Ah, a propósito, me alejo del pie de las Torres Petronas mientras leo por enésima vez su nombre en malayo: Menara Berkembar Petronas. Menara, torre en malayo; Berkembar, gemelas. De nada por la lección. Vuelvo a estar a sus pies, tras unos días en la capital malaya. Como os decía, me alejo de ellas porque me tengo que ir al aeropuerto. Voy a volver, porque este prodigio de la arquitectura merece varias visitas.

No quiero pecar de pretencioso, pero, parece ser, que algunas cosas acaban llegando y que todo lo que tiene que ser será algún dia, que dice mi reina. Solo tenemos el ahora, y a veces ese ahora es un sueño.

Disfrutemos, pues.

--

--

No responses yet